Es un instrumento para crear políticas públicas que se adapten a la manera de pensar y tomar decisiones de los ciudadanos.
Las decisiones que tomamos inciden de manera positiva o negativa a las personas que las toman y a los demás; por lo general son decisiones racionales y emocionales que no prevén el bienestar a futuro. Las preferencias del momento inciden.
Para que las políticas públicas y la educación ambiental contribuya a cambios de actitud, comportamientos y acciones positivas favorables al ambiente y la sostenibilidad deben en primera instancia reconocer los patrones culturales, sociológicos, psicológicos y económicos.
Solo así un planteamiento estratégico derivado de un contexto, sumado a modelos creativos, propositivos, innovadores realmente movilizarán a la sociedad a decisiones individuales y colectivas mejores, adecuadas y en función de la utilidad, la justicia, el bien individual y de todos.